LAS ABEJAS
La vida de la abeja
La abeja pertenece a la familia de los himenópteros, insectos de alas translúcidas y membranosas, como la avispa y la hormiga. Vive en todas partes del mundo, salvo en las regiones donde el invierno es demasiado frío. Existen numerosas especies de abejas, pero la que llamamos abeja de miel lleva el nombre científico de Apis Melífera.
Del huevo a la abeja
Las abejas (reina, obreras o zánganos) nacen todas de un huevo minúsculo puesto y depositado por la reina en un alveólo.
Un huevo fecundado (hembra), depositado en un alveólo y alimentado de una papilla de polen y de miel, se volverá una abeja obrera. El huevo se transforma en larva el cuarto día, el octavo día las abejas operculan el alveólo y la metamorfosis continúa en secreto: la larva forma un capullo, luego una ninfa, la ninfa se vuelve crisálida hasta la apertura final, el 15º día. El insecto alado, formado, desgarra el opérculo, listo para asumir sus primeros cargos.
Otros huevos hembras, depositados en unos alveólos reales, son exclusivamente alimentados con jalea real. Están destinados a volverse las futuras reinas. El operculaje se hace el 6º día, la transformación es más lenta: será necesario esperar 21 días para que la larva real de nacimiento a una joven reina, que puede llegar a medir cerca de 18 mm.
Los huevos no fecundados (machos) son depositados en un alveólo normal y reciben la misma comida que las larvas obreras. La metamorfosis es todavía más larga: los machos nacen al cabo del 23º día.
Una vida social muy organizada
Como las hormigas, las abejas son insectos sociales, no pueden tener una existencia aislada y necesitan vivir en colonia. Una colonia muy fuertemente organizada, siempre compuesta de obreras, de zánganos y de una sola reina.
Las obreras son exclusivamente abejas hembras, las más numerosas de la colonia. Trabajan sin tregua, y se encargan de todas las tareas inherentes al buen funcionamiento de la colmena. Pero, al contrario de las hormigas que tienen asignad una sola tarea específica durante toda su vida, las abejas las hacen todas, sucesivamente, durante una vida que, por término medio, dura solo unas semanas.
Durante los cuatros primeros días de su vida, la obrera limpia los alveólos y la colmena. Del día 5 al día 11, es nodriza y ceba de jalea real las larvas de los alveólos reales. Del día 11 al día 13, se convierte en almacenera: su papel consiste en almacenar el polen y el néctar en los alveólos y en ventilar la colmena, agitando muy rápidamente sus alas, para mantener así una temperatura y humedad constante. Del día 14 al día 17 las glándulas productoras de cera de su abdomen ya desarrolladas, se vuelve cerera y edifica los panales. Del día 18 al día 21 es centinela y está de guardia a la entrada de la colmena para rechazar a los intrusos, avispas, mariposas e incluso los zánganos. A partir del día 22 y hasta su muerte irá de flor en flor a cosechar néctar, polen y propolis: se vuelve libadora y trae la comida a la colmena.
Los zánganos son los únicos machos de la colonia. Son sólo un centenar, son más gordos, más redondos y más peludos que las obreras. Son tolerados en el seno de la colmena como fecundadores potenciales de la reina y viven en primavera y en verano. No siendo capaces de alimentarse por si mismo, son alimentados por las obreras. Como no tienen aguijón no pueden asegurar la protección de la colonia y su misión esencial es la de fecundar a la reina.
Pero solo algunos lo consiguen durante un vuelo nupcial único y .... mortal. Una vez cumplida su misión como reproductores mueren destripados por la reina. En cuanto han salido de la colmena las obreras ya no les dejan entrar, porque son considerados bocas inútiles de alimentar. Los que se quedan en el interior son despiadadamente expulsados y abandonados a su suerte. Incapaces de sobrevivir son condenados a una muerte segura.
En una colonia de abejas sólo puede haber una reina. Nace en un alveólo real, un alveólo más grande que los otros de forma oblonga construido especialmente por las obreras para abrigar larvas reales. Para asegurar la perennidad de la especie la colmena tiene siempre varios alveólos reales conteniendo cada uno una larva alimentada con jalea real y susceptible de volverse reina.
Nada mas nacer la primera reina tiene como misión la de matar todas las larvas de las otras celdas reales. Debe reinar sin reparto sobre la colonia. Si una segunda renia nace al mismo tiempo, las dos reinas se entablan en una batalla a muerte y la que salga victoriosa será la que mande sobre la colmena. Tres a seis días después de su nacimiento, la joven reina emprende el vuelo para un vuelo nupcial único donde va a unirse cinco o seis veces a una decena de zánganos. El vuelo puede repetirse hasta que la espermateca de la reina -especie de reserva para espermatozoides- esté llena. Una vez fecundada vuelve a la colmena, dónde empieza su vida de ponedora. Jamás saldrá durante los 4 o 5 años que dure su existencia y tendrá una sola misión, poner sin descanso hasta 2.000 huevos al día. Continuamente rodeada, protegida y alimentada por las obreras, es el objeto de todos sus cuidados.
Primero porque de todas las abejas es la única que tiene la función de reproducción siendo las obreras estériles. Pone a discreción huevos machos o hembras, según su fecundación: los huevos fecundados producen obreras, los que no son fecundadeos dan nacimiento a los zánganos.
Luego para determinar toda la vida de la colmena, segrega una sustancia química llamada feromona, específica de cada colmena, indispensable a la cohesión social. Las abejas tocan y lamen ésta secreción, de donde sacan toda la información necesaria a la organización del trabajo.
Una morfología adaptada
La naturalez no dejando nada a la casualidad, a creado con la abeja un insecto completamente adaptado a los diferentes roles que asume en el seno de la colmena.
Sus ojos compuestos muy móviles y muy perfeccionados, le permiten ver en todas direcciones alrededor de ella, incluso detrás. Sus antenas perforadas de agujeros minúsculos, le sirven de "nariz". Las abejas son muy sensibles a los olores, pueden localizar fuentes de néctar lejanos y comunicar entre ellas por secreciones olorosas. Su boca tiene dos mandíbulas poderosas, que sirven para cortar, pinzar, cepillar, dar forma a las escamas de cera, amasar el propóleo, construir las paredes de los alveólos .... La abeja posee una trompa dotada de una lengua retráctil que le permite aspirar hasta lo más profundo de las flores.
Sus seis patas son también una herramienta de trabajo muy perfeccionada: las patas delanteras, provistas de pequeñas ventosas le permiten agarrar el polen, engancharse a cualquier soporte, y limpiar sus antenas. Las patas posteriores peludas y con hendiduras en forma de cuchara, están dotadas de bolsas de polen o cestillas, donde carga y amontona, su precioso botín y de ganchos que le permiten colgarse las unas a las otras para formar un enjambre o una cadena cerera. El abdomen contiene el buche, una especie de reserva donde la abeja acumula el néctar, la miel, el maná y el agua, que puede luego expulsar conforme a sus necesidades. Sus dos pares de alas membranosas ofrecen menor resistencia al aire y le permiten volar en todos los sentidos, hacia adelante, hacia atrás, y sobre los lados, son poderosos ventiladores que producen unos sonidos particulares para comunicarse. La abeja como la avispa, posee un aguijón, pero sólo pica una vez, en caso de necesidad, para defender su territorio y/o sus reservas: su aguijón clavado desgarra una parte de su abdomen y muere rápidamente.
El lenguaje de las abejas
Toda la información esencial a la organización de la colmena proviene de secreciones químicas, las feromonas, segregadas por la reina pero también por las obreras. Se trata de sustancias mensajeras que circulan de una a otra a través de la boca y de las antenas y de las que sacan toda la información.
Las feromonas sirven por ejemplo para identificar lugares -identificación de la colmena, localización de manantiales de néctar, de lugares de enjambrazón, de la reina por los zánganos durante el vuelo nupcial...,- para emitir señales de alarma, controlar las reservas de comida, equilibrar la población regulando la puesta de la reina, mantener en premanencia la temperatura y la humedad ideales en el seno de la colmena... Además las abejas poseen entre ellas un lenguaje codificado muy preciso, el del baile: éste baile ejecutado por las abejas exploradoras a su llegada a la colmena, informa a las demás sobre el lugar y la distancia de una fuente de abastecimiento.
El baile en círculo significa un lugar muy cercano.
Para lugares más lejanos hasta una decena de kilómetros, el baile bullicioso o baile en ocho con figuras muy complicadas, indica en función de las oscilaciones abdominales y de las vibraciones emitidas, la distancia del botín a recoger. La dirección se expresa respecto a la posición del sol. La distancia por el número y la velocidad de las vueltas efectuadas por la abeja sobre sí misma.
Un papel esencial en la naturaleza
Las abejas al libar tienen un papel esencial en la polinización, la multiplicación de las especies florales y el desarrollo de los cultivos frutales ¡sin polen, no hay fruta, sin abeja no hay polinización!. Las abejas son muy sensibles a la polución. Es esencial que el hombre respete su medio ambiente y mantenga las condiciones favorables a su desarrollo: evitando por ejemplo los tratamientos químicos nocivos sobre los cultivos frutales, la destrucción de los setos vivos que bordean los campos, ricos en plantas melíficas, o el abandono de cultivos como la alfalfa o el trébol, grandes productores de néctar.
Citamos por ejemplo las palabras de Einstein:
"Si la abeja desapareciera de la superficie del globo, al hombre solo le quedarían 4 años de vida: sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres..."
El lenguaje de las abejas
Toda la información esencial a la organización de la colmena proviene de secreciones químicas, las feromonas, segregadas por la reina pero también por las obreras. Se trata de sustancias mensajeras que circulan de una a otra a través de la boca y de las antenas y de las que sacan toda la información.
Las feromonas sirven por ejemplo para identificar lugares -identificación de la colmena, localización de manantiales de néctar, de lugares de enjambrazón, de la reina por los zánganos durante el vuelo nupcial...,- para emitir señales de alarma, controlar las reservas de comida, equilibrar la población regulando la puesta de la reina, mantener en premanencia la temperatura y la humedad ideales en el seno de la colmena... Además las abejas poseen entre ellas un lenguaje codificado muy preciso, el del baile: éste baile ejecutado por las abejas exploradoras a su llegada a la colmena, informa a las demás sobre el lugar y la distancia de una fuente de abastecimiento.
El baile en círculo significa un lugar muy cercano.
Para lugares más lejanos hasta una decena de kilómetros, el baile bullicioso o baile en ocho con figuras muy complicadas, indica en función de las oscilaciones abdominales y de las vibraciones emitidas, la distancia del botín a recoger. La dirección se expresa respecto a la posición del sol. La distancia por el número y la velocidad de las vueltas efectuadas por la abeja sobre sí misma.
Un papel esencial en la naturaleza
Las abejas al libar tienen un papel esencial en la polinización, la multiplicación de las especies florales y el desarrollo de los cultivos frutales ¡sin polen, no hay fruta, sin abeja no hay polinización!. Las abejas son muy sensibles a la polución. Es esencial que el hombre respete su medio ambiente y mantenga las condiciones favorables a su desarrollo: evitando por ejemplo los tratamientos químicos nocivos sobre los cultivos frutales, la destrucción de los setos vivos que bordean los campos, ricos en plantas melíficas, o el abandono de cultivos como la alfalfa o el trébol, grandes productores de néctar.
Citamos por ejemplo las palabras de Einstein:
"Si la abeja desapareciera de la superficie del globo, al hombre solo le quedarían 4 años de vida: sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres..."